Lo que se debate y lo que no

En medio de los acalorados debates sobre la legalización o no del aborto, sobre si una donación de campaña al partido de gobierno es o no una coima y si alguien finalmente se va a hacer cargo de la Selección Nacional de Fútbol, la devaluación elevó el índice de pobreza al 32% y los precios de los alimentos de primerísima necesidad, esos que marcan con su presencia o su ausencia en la mesa de los menos favorecidos la diferencia entre pasar y no pasar hambre, siguen su aparentemente imparable carrera ascendente.
La tabla elaborada como todos los meses por nuestro Observatorio de Precios que acompaña ésta nota da testimonio de ello.


Pero eso no parece ser tema de agenda ni de debate para el gobierno, que pretende poner freno a la inflación subiendo los precios de los combustibles y el transporte público, proeza que, de cumplirse, figurará sin dudas en el libro Guiness.
Tampoco se debaten las razones de la brecha existente entre los precios (inflacionados) del Mercado Central y los precios (hiperinflacionados) de las principales cadenas de Supermercados, que sigue allí, firme y expuesta para quien quiera mirarla.


Y mucho menos, cómo hacer para que los productos de la canasta básica lleguen a la gente al menos precio posible.
Sin quitar mérito y necesidad a los debates actualmente en el candelero ¿No habrá un alma noble entre los poderosos de hoy que se anime a incluir entre esos debates el tema de los precios de los alimentos, que es uno de los nombres que tiene el hambre en nuestro país?
Por ahora, parece que no. Pero no perdamos la esperanza.