¡SIGAMOS FUNCIONANDO!

 Por Luciano Jáuregui*

Vivimos en un Estado democrático y como tal, necesitamos del pleno funcionamiento e independencia de sus tres poderes. Por eso, cuando uno de ellos avasalla a otro, o cuando alguno se resigna a dejar de funcionar nuestra democracia se deteriora gravemente.

El actual escenario de pandemia nos obligó a replantearnos las formas del trabajo, implementando de esta manera estrictos protocolos de seguridad, particularmente en aquellos casos donde la presencia física de los trabajadores se hace imprescindible para la realización de sus tareas.

Pero cuando ésta no fue necesaria, comenzaron a adoptarse distintos mecanismos y tecnologías para desarrollar el trabajo a distancia o de manera remota, aunque con diversos resultados. Para algunos, significó una baja en su productividad, pero en otros casos, donde la labor es esencialmente intelectual y creativa este cambio resultó, incluso, mucho más productivo, al punto tal que varios ya estén analizando sostener este esquema de trabajo para la post-pandemía.   

Si hacemos el mismo análisis desde el punto de vista institucional, podremos ver que el Poder Ejecutivo ha continuado trabajando plenamente desde el inicio de esta pandemia, siguiendo el mismo camino que las empresas privadas. Se virtualizó todo el trabajo posible y se mantuvo el presencial indispensable para el normal funcionamiento, pero siguiendo los protocolos de seguridad para ello establecidos.

En cambio, el Poder Judicial al inicio de la Pandemia se declaró en “feria”, una suerte de stand-by, donde solo funcionaron algunas actividades mínimas y excepcionales, con un sistema de guardias y turnos. Además, se implementó el trabajo remoto para algunos casos, y se postergaron actividades en otros. Aunque en los últimos días, la Corte Suprema de Justicia de la Nación levantó dicha medida para 14 distritos del país. Ahora bien, más allá de la demora que ha podido significar en los distintos procesos judiciales en curso esta metodología, podríamos decir que la justicia también ha estado funcionando.

Ahora, el caso del Congreso de la Nación tal vez sea el más curioso de los tres poderes.

En un principio su actividad cesó prácticamente en su totalidad, aunque luego de un intenso trabajo de preparación y adaptación tecnológica se consiguió implementar un protocolo de funcionamiento remoto que dio como resultado un sistema de gran eficiencia y transparencia.

Al día de hoy, en la Cámara de Diputados de la Nación ya se realizaron 7 sesiones remotas, sumando a esto sesiones ordinarias y especiales, tanto de mayoría como de minoría. Al mismo tiempo, se realizó una gran cantidad de reuniones de comisión con la participación no solo de los diputados integrantes, sino también de invitados especiales. Tanto las sesiones como el trabajo en comisiones fueron transmitidas online y por televisión, brindando a la ciudadanía un acceso directo a la información sobre la actividad realizada y con mucha transparencia.

Cabe destacar que este protocolo fue aprobado por unanimidad el pasado 29 de abril en la Comisión Especial sobre Modernización del Funcionamiento Parlamentario y la Comisión de Poderes, Peticiones y Reglamento de la Cámara de Diputados de la Nación. El mismo, fue prorrogado por 30 días el 12 de julio pasado, con el acuerdo de los presidentes de los distintos bloques parlamentarios de diputados.

¿Por qué recuerdo esto?, porque hoy resulta incierta la continuidad de este protocolo. E inmediatamente me surgen las siguientes preguntas: ¿Qué cambió?  ¿No funcionó?

No, nada ha cambiado y para mejor, el protocolo funcionó correcta y eficientemente. Pero por cuestiones estrictamente ajenas al funcionamiento del mismo, representantes de algunos bloques de la oposición han comenzado a expresar su intención de no prorrogarlo. Esto quiere decir, y debido a que el escenario de pandemia no varió, volver a cerrar el Congreso impidiendo el normal funcionamiento en plenitud de la Cámara.

A esta altura, me gustaría recordarle a nuestros representantes legislativos que las reglas del juego democrático implican la existencia de mayorías y minorías, dándoles una gran cantidad de herramientas para expresar sus opiniones y posturas (voto, abstenciones, ausencias, falta de quórum, expresiones en el recinto, proyectos alternativos, entre otras opciones) aun cuando sean minoritarias. Y que el debate y el trabajo en comisiones, es lo que luego posibilitará el tratamiento en el pleno de la Cámara de los distintos proyectos en búsqueda del consenso.

Seamos claros, una cosa es cerrarse a un debate no dando quórum al tratamiento de un tema determinado y otra muy diferente es provocar el cierre del Congreso dejando caer el protocolo, lo que sería de alguna manera dejar rengo al sistema democrático.

* Luciano Jáuregui es Licenciado en Ciencia Política y Secretario Académico del Movimiento Productivo Argentino.