Por Carlos R. Brown*
Desde hace años vengo insistiendo en la necesidad de apoyar el desarrollo productivo de la Argentina, motorizando y sosteniendo a las pymes, verdaderas generadoras de empleo y bienestar. Es por eso que no me canso de reiterar que “sin crecimiento productivo no hay país inclusivo, viable y sostenible en el tiempo”.
Para lograrlo, tenemos que incrementar la riqueza del país y dar trabajo digno a todos, solo así podremos sacar de la pobreza estructural a millones de argentinos que viven hoy fuera del sistema. Y si bien subsisten gracias a la ayuda del Estado, no tienen un horizonte de vida que les permita a ellos ni a sus hijos progresar, sino que están destinados a seguir sumergidos en la pobreza.
Una de las tantas dificultades que debe afrontar alguien que quiere iniciar un emprendimiento productivo, es encontrarse con un sistema financiero que poco lo acompaña. No se trata de una cuestión coyuntural, sino más bien de un déficit histórico que viene arrastrando nuestro sistema financiero desde hace décadas.
Según un trabajo realizado en 2010 por el actual Ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, Matías Kulfas, solo las grandes empresas logran un acceso al financiamiento en el mercado capitales y créditos bancarios; en tanto que las empresas medianas se financian a través de fondos propios y créditos de corto y mediano plazo, mientras que las Pymes solo pueden contar con fondos propios, descuentos de cheques y adelantos de cuenta corriente.
Cabe destacar, que la ayuda que hoy reciben los sectores productivos, particularmente las pequeñas y medianas empresas, proviene casi en su totalidad de la banca pública y desde diversas políticas y fondos fiduciarios que ha creado el Estado para el financiamiento de distintas actividades.
De acuerdo al Presupuesto Nacional 2021, fueron destinados a distintos fondos fiduciarios vinculados a la promoción de actividades productivas más de $108 mil millones de pesos, los que se repartieron entre 14 fondos fiduciarios: el de Desarrollo Provincial; De promoción de Ciencia y Tecnología; Fondo Fiduciario Para el Desarrollo de Capital Emprendedor (FONDCE); Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP); Fondo Nacional de Agroindustria (FONDAGRO) y Fondo de Garantías Argentino (FoGAr); solo por mencionar algunos.
Por esto, a esta altura considero oportuno plantear la necesidad de crear una figura que centralice, coordine y potencie el esfuerzo que está realizando el Estado en la promoción del desarrollo productivo. En este sentido estamos trabajando desde el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y esa es la impronta que la gestión actual, bajo la conducción de José Ignacio De Mendiguren, le está imprimiendo.
Es cierto que nuestro país tiene el recuerdo del Banco Nacional de Desarrollo (Banade). Creado en 1970, tuvo una presencia significativa durante varios años en el ámbito financiero brindado apoyo a proyectos industriales y de infraestructura. Entre otras empresas, otorgó financiamiento a: Siam Di Tella, SOMISA, Agua y Energía, Ferrocarriles Argentinos, Petroquímica General Mosconi, Propulsora Siderúrgica, IKA Renault, Dalmine, Hipasam, Celulosa, Papel Prensa, Alcalis de la Patagonia y Aluar. Sin embargo, el contexto político y macroeconómico de la época llevo a una grave situación de quebrantos de distintas instituciones financieras, que afecto profundamente el funcionamiento del Banco. En el año 1993, en medio de un discurso privatizador y frente a un quebranto generalizado en sus líneas de crédito, el BANDE fue liquidado.
También podemos ver que hay otros ejemplos, como en el caso de Brasil. A través del Banco Nacional do Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES), desde hace más de 55 años, ha promovido el financiamiento productivo a largo plazo, lo cual ha sido fundamental para la expansión de empresas y sectores estratégicos. O como el ejemplo que da Kulfas en un trabajo realizado en 2018, donde menciona el Sistema de Banco de Desarrollo de Costa Rica, que puede articular las infraestructuras financieras públicas y privadas por medio de diferentes fondos públicos y de regulaciones bancarias e impositivas, en pos de promover la inclusión financiera mediante la expansión y surgimiento de nuevas actividades.
Para que el BICE logre instalarse y reconvertirse definitivamente en nuestro Banco de Desarrollo Productivo, será necesario adaptar la legislación y las regulaciones del Banco Central de la República Argentina, otorgándole una mayor flexibilidad y dinamismo, especialmente para el financiamiento de las pequeñas y medianas empresas.
También será necesario dotarlo de recursos genuinos. Los mismos deberían provenir de la reorientación de los distintos fondos ya existentes y su posterior centralización en el banco, algo que permitiría aprovechar las herramientas actuales evitando así una superposición, optimizando de esta manera los recursos disponibles y su monitoreo.
Del mismo modo deberían conseguirse nuevos recursos provenientes de distintas fuentes como aportes del Tesoro; Organismos Internacionales de Crédito; adelantos del BCRA (los Créditos del Bicentenario son un antecedente de eso); reorientación de depósitos privados y liquidez excedente (actualmente posicionados en pasivos del BCRA); desgravación impositiva, compañías de seguro y nuevos vehículos de ahorro; entre otros.
Desde ya, esta refundación del BICE, deberá ser acompañada por una verdadera política de Estado que establezca, en base al diálogo y el consenso de todos los sectores políticos, un conjunto de definiciones claras sobre la orientación y los objetivos estratégicos para el desarrollo productivo del país.
Creo que se están dando los primeros pasos en este sentido. El BICE ha dejado de ser un mero banco de segundo grado y cada día se acerca más a este objetivo de convertirse en un Banco de Desarrollo Productivo.
Es tiempo que el sistema financiero en su conjunto comience a acompañar y generar nuevas líneas de financiamiento para nuevos y más emprendimientos productivos. Solo de este modo, podremos pasar de una Argentina subutilizada, que no explota todas sus posibilidades, a una Argentina que desarrolle todo su potencial productivo, dando empleo digno a miles de argentinos que lo están reclamando.
* Carlos R. Brown, es director del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y director ejecutivo del Movimiento Productivo Argentino.
Este artículo ha sido publicado parcialmente en Perfil.com: https://www.perfil.com/noticias/opinion/carlos-brown-por-una-argentina-que-desarrolle-su-potencial-productivo.phtml