Es hora de encarar el fortalecimiento de la educación.

El mundo está cambiando al ritmo de los saberes nuevos, y para adquirir los conocimientos demandados por el mercado laboral es indispensable asistir a la escuela; en el siglo XXI, “gobernar es educar” Alieto Aldo Guadagni y Francisco Boero.

El nivel de conocimientos acumulados gracias a la educación es la garantía del avance económico y social. El mundo está cambiando al ritmo de los saberes nuevos, que dependen fundamentalmente de la educación. La escuela argentina ha dejado de ser la escuela modelo a ser imitada, como lo había sido por muchas décadas desde fines del siglo XIX. Mientras Alberdi decía que “gobernar es poblar”, la extrapolación al siglo XXI de su aserto podría expresar que “gobernar es educar”. En este siglo, la pobreza afecta duramente a quienes tienen una escasa escolarización. Los pobres ya no son pobres transitorios, porque en muchos casos son familias enteras que por más de una generación han estado excluidas del nuevo mundo laboral hoy vigente. Nuestra pobreza y la indigencia se concentran en quienes tienen una escolarización insuficiente. Nuestros adultos que hoy son pobres y excluidos no terminaron ayer la escuela secundaria, pero debemos lograr que mañana sus hijos se gradúen en escuelas secundarias de buen nivel educativo. Así podremos quebrar este círculo de reproducción intergeneracional de la pobreza.

La igualdad de oportunidades es esencial en una sociedad donde la justicia social no es simplemente retórica; de la pobreza no se sale únicamente con subsidios, que son útiles pero no alcanzan; el requisito es la escolarización completa de los adolescentes, ya que el bajo nivel educativo estimula el desempleo y la pobreza. Esperemos que las autoridades implementen una nueva política educativa que apunte a la calidad educativa y la integración social.

En diciembre fueron publicados los resultados de las pruebas PISA 2022. Esta prueba internacional, llevada a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) desde hace más de 20 años, mide el nivel de conocimientos de los alumnos de 15 años en las áreas de lectura, matemática y ciencias. En la última edición participaron 81 países y regiones, incluida la Argentina, lo que permitió realizar comparaciones entre los participantes. Los países y regiones asiáticas lograron los mayores puntajes en las tres asignaturas evaluadas, y se destacó el caso de Singapur, que alcanzó el primer puesto en todas las áreas, seguido por Japón, Macao y Taipéi. Respecto de los países latinoamericanos, Chile y Uruguay han sido los más destacados; sin embargo, ningún país de la región superó el puntaje promedio de los países miembros de la OCDE. Los puntajes correspondientes a la Argentina fueron bajos: ocupó los lugares 66 en matemática, 58 en lectura y 60 en ciencias, de los 81 participantes. Prácticamente en todos los casos hemos sido superados por los países latinoamericanos que años anteriores nos veían como un país adelantado en el sector de educación, tales como Chile, Brasil, Uruguay, Colombia, México y Perú, mientras que nos hemos situado por encima de El Salvador, Guatemala, la República Dominicana y Paraguay, entre otros.

Los resultados de las evaluaciones también fueron presentados agrupando a los estudiantes según niveles de conocimiento alcanzados, identificando un nivel básico de conocimientos que al menos deberían alcanzar los estudiantes de 15 años (nivel 2). Los datos correspondientes a la Argentina son preocupantes, ya que en matemática el 72% de nuestros jóvenes no alcanzaron el nivel básico; en lectura, el 54%, y en ciencias, el 53%. Con respecto a la evolución de los puntajes obtenidos en relación con ediciones anteriores, la Argentina no presenta grandes variaciones. Por su parte, el puntaje promedio obtenido por los países miembros de la OCDE ha disminuido levemente en las tres áreas evaluadas durante los últimos años; sin embargo, ese puntaje supera ampliamente a los correspondientes a países latinoamericanos.

En esta última edición de las pruebas PISA se han incluido mediciones del impacto de la pandemia del Covid-19. Una de ellas destaca la relación positiva entre los estudiantes cuyas escuelas estuvieron cerradas por menos de tres meses y el puntaje obtenido en matemáticas, es decir que cuanto mayor es la cantidad de estudiantes cuyas escuelas se cerraron por menos de tres meses mayor es el puntaje obtenido. En la Argentina, el porcentaje de estudiantes cuyas escuelas cerraron solo por tres meses es de apenas el 35,7%, mientras que el resto ha sufrido un cierre de escuelas mucho mayor de tres meses.

Otro dato de la OCDE analiza la diferencia de puntaje según el nivel socioeconómico de los estudiantes. La Argentina ocupa el lugar número 30 sobre 80 países analizados, y presenta una diferencia de 75 puntos entre los estudiantes de menores y mayores recursos, superior a la presentada por Chile y Paraguay, e inferior a la de Brasil, Panamá y Colombia. Además, se incluye información acerca del concepto de la resiliencia académica, el cual hace referencia a aquellos estudiantes de nivel socioeconómico bajo que han obtenido puntajes altos. En este listado, la Argentina ha ocupado el lugar 52, en donde el 10,2% de los estudiantes de bajos recursos han obtenido calificaciones buenas; este mismo valor es el alcanzado por Brasil y por el promedio de los países de la OCDE.

Las pruebas PISA son un importante marco de referencia del nivel educativo de nuestros jóvenes, ya que permite compararnos con otros países y regiones de todo el mundo, y también brindan parámetros históricos de los puntajes obtenidos. En la última edición, la Argentina ha sido superada por países latinoamericanos que años anteriores nos reconocían como vanguardia educativa, al tiempo que los países de América Latina presentan puntajes muy inferiores a los líderes asiáticos y el promedio de la OCDE.

Debemos mejorar el nivel de conocimiento de nuestros jóvenes en todas las áreas para volver a liderar entre los países de la región y mejorar nuestra posición frente al resto del mundo, como también mantener las escuelas abiertas y que los jóvenes asistan a clase la mayor cantidad de días posible, principalmente aquellos provenientes de familias de bajos recursos, los cuales presentan menor nivel de conocimientos.

Es hora de encarar el fortalecimiento de la educación. Comencemos por cumplir importantes leyes que, lamentablemente no se cumplen: la ley 25.864, de 2003, que establece un calendario anual mínimo de 180 días efectivos de clases (esta norma nunca se cumplió en todo el país); la ley 26.206, de 2006, que hizo obligatoria la escuela secundaria en todo el país (pero de cada 100 alumnos que ingresan al primer grado primario concluyen la escuela secundaria en término alrededor de la mitad); la ley 26.206 también establece la jornada extendida en el nivel primario, pero apenas el 15% de los alumnos son favorecidos con este beneficio. De esta manera podremos mejorar el nivel de ingresos y la inclusión de nuestra sociedad, especialmente de las familias más desfavorecidas, ya que la educación es un factor clave para acceder a mejores empleos, bien remunerados, que permitan el desarrollo de nuestros jóvenes, pero para adquirir los conocimientos demandados por el mercado laboral es indispensable asistir a la escuela.

Academia Argentina de Educación-Universidad de Belgrano

Alieto Aldo Guadagni
Francisco Boero