Cuando asumimos la presidencia, no había plata para pagar sueldos, aguinaldos, millones de argentinos no tenían lo necesario ni para alimentarse y el Parlamento era una institución desprestigiada. Pero logramos instaurar la Mesa del Diálogo Argentino y su labor fue excepcional, para comprender la magnitud de la crisis y la tarea que cada uno debía cumplir para enfrentarla.
El 14 de enero de 2002 fue una fecha muy importante para la historia de nuestro país. En medio de una profunda crisis económica y social, logramos instaurar la denominada Mesa del Diálogo Argentino, un espacio en el que la civilidad toda tuvo voz mediante la reunión de las cuatro entidades del agro, del comercio y de la industria, así como también de los servicios, de los jubilados, los docentes y el personal de la salud y la seguridad.
Se trató de un espacio de concertación impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iglesia católica, integrada por: los obispos Casaretto, Juan Carlos Maccarone, Ramón Staffolani; el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Estanislao Karlic; los representantes del gobierno nacional Juan Pablo Cafiero, Antonio Cafiero y José María Díaz Bancalari; los laicos Cristina Calvo y Justo Carbajales, y los representantes del PNUD, Carmelo Angulo Barturen y Carlos Sersale.
El Diálogo Argentino, a pesar de las dificultades del momento, cumplió una labor excepcional y ayudó a generar un clima de mayor comprensión respecto a la magnitud de nuestra crisis y de la tarea que debían cumplir los funcionarios del gobierno y las organizaciones civiles para enfrentarla.
De esta manera, ese día quedó oficializada esa Mesa del Diálogo, que, sumada al Parlamento nacional, complementaron de alguna manera el sostén del gobierno. Y tal vez se preguntarán por qué. En ese momento el Parlamento era una estructura de poder totalmente desprestigiada ante los ojos de la población. Por eso, era necesario que ese ámbito de diálogo, con el concurso de organizaciones con buena imagen ante la gente, llenara el vacío de representatividad institucional reinante.
«Cuando asumimos no había plata para pagar sueldos, aguinaldos, millones de argentinos no tenían lo necesario ni para alimentarse. Tampoco teníamos acceso al financiamiento»
Se crearon mesas sectoriales relacionadas con la política, la Justicia, la salud, la educación y el trabajo, con vistas a elaborar propuestas que –en muchos casos– deberían ser traducidas en anteproyectos de ley para ser elevados a consideración del Congreso.
El compromiso era sencillo, la Mesa del Diálogo analizaría todos y cada uno de los proyectos de ley que enviara el Poder Ejecutivo con la condición de tener una respuesta en no más de diez días; de lo contrario, serían remitidas al Congreso de la Nación de manera inmediata. Como queda demostrado, era la civilidad en su conjunto la que tomaba todas las decisiones de Estado.
Cuando asumimos la presidencia, la Argentina estaba literalmente fundida. No había plata para pagar sueldos, aguinaldos, millones de argentinos no tenían lo necesario ni para alimentarse. Tampoco teníamos acceso al financiamiento externo, ni al interno. Fue así, que en el marco de la Mesa del Diálogo Argentino hubo una reunión con los representantes del campo, uno de los sectores más pujantes de nuestra economía. Previamente le había solicitado a José María Díaz Bancalari que les plantease que necesitábamos establecer una retención del 10% al sector, pero uno de los dirigentes –literalmente– le respondió: “No te cago a trompadas porque están los curas presentes”. Pero solo unos días después ocurrió lo que di en llamar el “milagro del diálogo”.
El recuerdo de lo que dijo Eduardo Buzzi
Durante otra reunión, Eduardo Buzzi tomó la palabra en su carácter de presidente de la Federación Agraria Argentina y dijo: “Las cuatro entidades agropecuarias habíamos dicho que no queríamos retenciones y no queremos retenciones, pero ciertamente en algún momento empezamos a entender que había que hacer algún aporte para resolver la emergencia social y la crisis social. Empezamos a entender que era importante que se resolviera con algún aporte de las exportaciones agropecuarias, de la misma manera en que deben aportar los que ganaron durante diez años, de la misma manera en que deben aportar los sectores más concentrados en esa lógica que necesitamos construir que es la distribución equitativa del ingreso y la igualdad en el esfuerzo y el sacrificio. Y ahí está la obligación del presidente de la Nación de tomar la decisión de las retenciones a las exportaciones, lo que nos interesa es que parte de esa retenciones, que por supuesto no nos gustan, pueda volver en políticas activas que, además de tocar los efectos, estén atacando las causas del problema. Y las causas del problema se tratan con la contención de la gente en condiciones dignas, viviendo con prosperidad y expectativa en el interior del país”.
*Expresidente de la Nación.
Fuente: https://exclusiva.com.ar/opinion/mesa-del-dialogo-argentino-2002/