En el habla popular argentina, mandar fruta quiere decir mentir, exagerar, decir cosas sin sentido o fuera de contexto o -usando otro argentinismo- “sanatear”.
Con todo respeto, esa parece ser la actitud de las autoridades cuando de precios de la canasta familiar se trata.
La medición de nuestro Observatorio de Precios del mes de setiembre da como resultado la más amplia brecha registrada hasta ahora, desde que llevamos adelante la encuesta, entre los precios promediados de las grandes cadenas de supermercados y los precios minoristas del Mercado Central.
Como para acentuar que la inexplicable brecha entre los precios existe, el pasado 3 de octubre los pequeños productores de frutas y verduras de las zonas cercanas a la CABA se reunieron en la Plaza de Mayo para realizar un “feriazo”, modalidad que consiste en regalar o vender al costo sus productos, adoptada como forma de protesta por diversas ramas de la producción (antes fueron los tamberos, los yerbateros y los productores de frutas de Rio Negro) que ven amenazada su supervivencia por los bajos precios pagados por los comercializadores. “Al productor le pagan monedas por su producción y los ciudadanos pagan a un precio excesivo por el alimento” fue su denuncia.
Como siempre, los ojos están puestos sobre la cadena de comercialización y muy particularmente sobre las grandes cadenas de supermercados, que parecen manejar los precios a su antojo.
Frente a las protestas, en algún momento el Gobierno prometió establecer controles, cuya naturaleza y características jamás dio a conocer. Y que, hasta donde sabemos, jamás se efectivizaron. Es decir, en este tema, cada vez que le piden una respuesta, las autoridades mandan fruta. ¿Hasta cuando?