El próximo domingo se realizarán las elecciones presidenciales de Costa Rica. En un clima más bien apático y con una expectativa de abstencionismo que superaría el 30%, Costa Rica elegirá a su presidente número 48. Trece candidatos aspiran a conducir los rumbos del país durante los próximos 4 años, en una votación que podría inclinarse siguiendo la tendencia de la región hacia las derechas conservadoras.
Las últimas encuestas, señalan que dos partidos pequeños, liderados uno por un religioso conservador y el otro por un populista de derecha, tienen posibilidades de llegar a la presidencia.
El primero es un fanático religioso de nombre Fabricio Alvarado, reportero evangélico, cantante de música religiosa y actualmente diputado por un partido que nunca ha sacado más de un diputado, que se llama Restauración Nacional. Hace pocas semanas las encuestas le daban 3.5% de intencion de voto. Pero la encuesta de la Universidad de Costa Rica le dio, la semana pasada, 17%. Y la empresa encuestadora Opol Consultores, le da esta semana 22.5%.
El segundo es Juan Diego Castro, reconocido abogado penalista, ex ministro de Justicia y de Seguridad en el Gobierno de José María Figueres. Representa a un partido político minoritario, prácticamente anquilosado. Es un populista de derecha, aferrado al discurso anticorrupción, con capacidad de responder demagógicamente a cualquier tema que le toquen y hábil en el discurso populista. Aparece estadísticamente empatado con el primero, con 16%. La empresa Opol Consultores lo ubica en un tercer lugar con 17.4%. En otros lugares, muy cercanos y en calidad de empates, aparece Antonio Álvarez Desanti, candidato del Partido Liberación Nacional, Rodolfo Piza, del Partido Unidad Social Cristiana, Rodolfo Hernández del Partido Republicano Social Cristiano y Carlos Alvarado del Partido Acción Ciudadana.
¿Por qué tan rapidamente, Fabricio Alvarado pasa a liderar las encuestas? Un comunicado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al país que diera mayor espacio al matrimonio igualitario. De inmediato se alzaron los opositores, en su mayoría líderes religiosos. Este clima fue aprovechado por el candidato, quien se atrevió a manifestar que si gana saca al país de la Convención Americana de los Derechos Humanos. Logró unir a católicos, protestantes y evangélicos y las redes explotaron. El resultado, según la Universidad de Costa Rica, fueron 445.000 videos, 13.000 compartidos y un puntaje de 100 en Google Trends, indicador de popularidad.
No fue su voz de cantante religioso, ni su carisma, ni su rol de diputado de la Asamblea Legislativa, simplemente coincidió, en tiempo y espacio, el sentimiento religioso con un líder que supo redirigirlo al campo político.
Por otra parte, Juan Diego Castro, aunque ha reducido su popularidad, como lo demuestra la encuesta de Opol Consultores, con menor nivel de error, sigue ocupando un lugar importante y cercano al de Fabricio Alvarado. Su discurso y la forma de expresarlo han calado en muchos sectores. Promete enfáticamente que acabará con todo tipo de corrupción. Nada a dejado de señalar en este campo, incluso ha amenazado a Oscar Arias con enviarlo a la cárcel si es electo presidente.
¿Qué debemos considerar? En realidad, de acuerdo con la encuesta de la Universidad de Costa Rica, de apenas 1.013 casos, el mejor ubicado en ella representa apenas 12.4% del total de quienes están dispuestos a votar. Considerando el nivel de error de 3.1% estamos concluyendo que el resultado podría estar en un rango entre 15.51% y 9.31%, resultados muy bajos para que alguien pretenda verse como ganador de las elecciones. Hay 27% de indecisos, que representan alrededor de 1.060.000 ciudadanos, que tendrán que decidirse en estos pocos días.
La empresa Opol Consultores, en una encuesta más representativa, con menos error, más reciente y casa por casa, da resultados que demuestran que son más los indecisos, los cuales pasan a 28.2%, siendo cerca de 1.111.110 electores. El nivel de error es de 1.75%, en este caso hay un empate estadístico entre Fabricio Alvarado y Álvarez Desanti, con una diferencia de apenas 0.6 puntos. Mientras que Juan Diego Castro ocupa un tercer lugar a 5.1 puntos de diferencia con el primer lugar. Dicha encuesta reduce las posibilidades de Juan Diego Castro, y coloca con posibilidades de aparecer en escena a Rodolfo Piza, y en menor medida a Rodolfo Hernández y Carlos Alvarado, este último del partido oficialista.
A Fabricio Alvarado lo favorecen los acontecimientos relacionados con los derechos de los homosexuales, y todo lo que tiene que ver con lo que se resume con las siglas LGBT, apareciendo en un primer plano oponiéndose a ellos y atrayendo al pueblo religioso conservador. A Juan Diego Castro los actos de corrupción lo favorecen para convertirse en adalid del pueblo en esta lucha. Ambos se caracterizan por cometer muchos errores al aparecer en publico. Si los medios se lo proponen, los aniquilan, y eso ha hecho la prensa de manera parcial con Juan Diego Castro, quien ha cometido el error de atacarlos, incluso de llamar psicópatas a los periodistas del diario La Nación. Por otra parte, Álvarez Desanti se mantiene incólume, esperando el momento de la verdad, con un Partido Liberación Nacional experto en la movilización que se requiere para ese día. Apoyado por el premio nobel de la paz Oscar Arias, quien atrae a parte de la población, pero que en igual medida es repudiado. Atrás vienen los «Rodolfos», producto de una división del Partido Social Cristiano: Piza y Hernández. Uno con 13.1% y el otro con 9.5%. Y más atrás, Carlos Alvarado del PAC (Acción Ciudadana), quien recientemente ha recibido el apoyo de un líder como Otón Solís, que podría levantarlo en las encuestas.
Hoy, a pocos días de las elecciones, este es el panorama. Definitivamente habrá segunda vuelta. También es claro que tendrán una Asamblea Legislativa altamente fraccionada. El entorno nacional es muy influyente, los asuntos domésticos tienen vital importancia y eso también depende de cómo los manejen los medios de comunicación. Es muy probable que en una segunda ronda, candidatos como Fabricio Alvarado y Juan Diego Castro, al estar en el ojo de la tormenta, sean muy vulnerables, uno por su desconocimiento e ignorancia como futuro estadista y el otro por aparentar saber de todo y ocultar su desinformación con su verborrea. Por ahora los que están ganando son los indecisos y cerca de 15% de personas que manifiestan que no votarán. En conjunto representan cerca del 43% de los electores.
Con tan poco interés por parte de los electores, hay solamente una cosa que es segura: sea cuál sea el resultado, difícilmente se podrá decir que refleja la voluntad popular.
Equipo de Política Internacional del MPA