Por Carlos Brown*.
En un escenario donde la estabilidad macroeconómica de Argentina parece tomar un rumbo alentador, con cifras que invitan al optimismo en los grandes agregados, la realidad de las economías regionales y la microeconomía de nuestro país muestra un fuerte contraste.
Recientemente, CONINAGRO publicó su “Semáforo de Economías Regionales”, un informe técnico clave con cifras que surgen del análisis realizado durante el mes de abril de 2025. Este semáforo, diseñado para simplificar la compleja y heterogénea realidad de la producción en el campo, evalúa tres componentes fundamentales: el “negocio” (evolución de precios y costos), el “productivo” (área o stock y producción), y el “mercado” (exportaciones, importaciones y consumo interno).
El resultado para abril de 2025 es un llamado de atención rotundo, de las actividades relevadas en el informe: nueve se encuentran en rojo, siete en amarillo y apenas tres en verde. Dos actividades, forestal y papa, empeoraron su situación y pasaron a rojo, principalmente por el deterioro del componente “negocio”.
Un aspecto que preocupa especialmente es que varias economías regionales llevan 12 meses consecutivos en rojo, con variables que no mejoran o incluso empeoran, como el vino y mosto, y la yerba mate. El factor principal de esta situación es que el componente “negocio” sigue dañado, ya que los precios, en muchos casos, han bajado o se han retrasado significativamente respecto a la inflación y al aumento de sus costos. Esto se agrava por un tipo de cambio apreciado que no tracciona las exportaciones y un consumo interno que sigue debilitado.
Entre las actividades en rojo se encuentran el algodón, arroz, cítricos dulces, forestal, mandioca, papa, peras y manzanas, vino y mosto, y yerba mate. Por otro lado, sólo tres actividades se ubican en verde: bovino, miel y ovino. En estos sectores, la mejora en el componente “negocio” se debe a que los precios mejoraron respecto a la inflación y los costos evolucionaron por debajo. Un ejemplo claro es la miel, donde la mejora se atribuye a un clima equilibrado que favoreció la producción y una buena venta por su calidad. Las siete actividades restantes, en amarillo, no han evidenciado una evolución marcadamente positiva ni negativa en ninguno de los tres componentes.
Este panorama de las economías regionales contrasta fuertemente con las noticias macroeconómicas que el gobierno ha estado celebrando. En las últimas semanas, hemos visto indicadores que sugieren un ordenamiento y una relativa calma en los grandes números. La inflación mensual ha sido sorprendentemente baja, ubicándose en 1,5% la semana pasada, lo que invita a replantear proyecciones con una estimación de 16,5% anual y una devaluación esperada del 12,5%. Por su parte, las reservas del Banco Central han experimentado un incremento significativo, alcanzando los 38.622 millones de dólares, y se espera un aumento adicional en los próximos días. También existen buenas expectativas con respecto al riesgo país; y las dudas sobre el dólar, en sus distintas variantes, parecen despejadas.
Sin embargo, esta estabilidad macroeconómica no está permeando la vida diaria de muchos argentinos ni la salud de la microeconomía. Aunque parezca un tanto contradictorio, cuando la inflación disminuye, los negocios pequeños, con bajo nivel de rentabilidad, no pueden sostener sus gastos de estructura y están “condenados a crecer o a desaparecer”. Esta es la cruda realidad que se observa en el cierre de miles de quioscos, restaurantes y locales comerciales en la vida cotidiana de los argentinos. Tenemos un mercado donde “sobran negocios y faltan consumidores”, una situación que se agrava día a día.
No se trata de justificar la inflación, sino de advertir sobre los riesgos de desatender la economía real. La inflación es nociva para todos, erosiona el poder adquisitivo de las personas e impacta sobre todo en las personas que menos tienen. Lo que planteo, es que debe prestarse atención a la economía real, al día a día de los argentinos. No se trata de concentrarse únicamente en la macro o en la micro, sino de buscar un equilibrio fundamental.
Es imperativo que el gobierno y la política económica entiendan que la estabilidad de los grandes números no es suficiente si las puertas de los comercios cierran y los productores no pueden sostenerse. Es momento de comenzar a tomar medidas que apuntalen y acompañen el esfuerzo de los comerciantes y de los sectores productivos de nuestro país, especialmente las economías regionales y las pymes.
Resulta indispensable, que el gobierno comience a tomar medidas para acompañar a los sectores productivos generadores de empleo y riqueza, con profundo sentido regional y federal. Los temas financieros, impositivos, la logística, el apoyo a la colocación de productos en el exterior, no pueden dejar ser objeto de definiciones contundentes a su favor que permitan y fomenten el desarrollo productivo.
La mejora de los índices inflacionarios no se compadece con los incrementos impositivos nacionales, provinciales y municipales. Las tasas y los plazos de amortización, concedidas por el sistema financiero, tampoco guardan relación con los mismos. Del mismo modo, tampoco se observan políticas tendientes a favorecer la colocación de nuestros productos en el exterior. La cuestiones logísticas, sin definición, obstaculizan y agravan los costos operativos. Del mismo modo, no está clara la legislación laboral que todavía hoy impide la existencia del empleo formal. Todos estos factores, hacen que producir y dar trabajo resulte verdaderamente difícil.
Es tiempo de dejar de repetir esta paradoja absurda de la Argentina, no se trata de prestar atención a la micro o a la macroeconomía, sino de buscar un equilibrio. Lo he dicho en numerosas oportunidades, pero lo repito, el ordenamiento de la macro es una condición necesaria pero no suficiente, esto debe ser acompañado por medidas tendientes a desarrollar la economía real de la gente.
*Carlos Brown. Entre otros cargos, se desempeñó como intendente de General San Martín, Diputado Nacional y Ministro de la Producción de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente es Director ejecutivo del MPA y Secretario General de la Cámara de Comercio Argentina- Turca.