Stephen Bannon, el polémico ex asesor de Donald J. Trump, se ilusiona cuando escucha que el límite de gastos en la contienda por el Brexit fue de £7M. ¡Con tan poco dinero se pueden destruir décadas de integración política y económica! El estratega detrás de America First aterrizará en la capital de la Unión Europea con una fundación a la cual llama The Movement, cuyo objetivo es apoyar a la derecha nacionalista.
El anuncio se hace en tiempo oportuno: en mayo de 2019 habrá elecciones al Parlamento Europeo, donde 751 diputados (serán 705 luego del Brexit) representan al segundo mayor electorado democrático del mundo – con más de 500 millones de habitantes la UE tiene un mercado electoral tan diverso y extenso que resulta tentador para aquellos que buscan atacar el status quo del proyecto federalista.
Luego de haber sido despedido de la Casa Blanca, Bannon, muy cercano a grupos que forman parte del alt-right, se esfuerza por redefinir su rol promocionando el nacionalismo para luego “unir” a la derecha europea. Seguramente captará la atención de aquellos con más dificultades para obtener financiamiento, aun con los desafíos regulatorios que conlleva el uso de fondos extranjeros en el viejo continente.
Está convencido que el conflicto que viene es civilizacional, cree que los enemigos de occidente son el Islam y China. Desde su perspectiva, las relaciones con Rusia deben mejorar, después de todo los rusos son parte de la civilización judeocristiana y aliados naturales en la cruzada occidental.
La crisis de los partidos de centro y el surgimiento de movimientos antisistema de derecha e izquierda no es nueva como tampoco lo es el intento de unir a dichas fuerzas en una elección europea. Quienes participamos en la campaña electoral del 2009 fuimos testigos de como el millonario Declan Ganley hizo mucho ruido y promesas con el lanzamiento del partido paneuropeo Libertas para terminar luego en un rotundo fracaso. Ganley no comprendió la política europea. ¿Podrá hacerlo Bannon?
¿Por qué aceptarían los Le Pen y los Strache estar bajo la coordinación de un ex asesor norteamericano? ¿Por qué le permitirían capitalizar su propio éxito electoral? Muchos de los partidos y líderes considerados parte de la derecha populista europea han hecho historia desde mucho antes que Trump y Breitbart News, pensemos en el FPÖ del ya fallecido Jörg Haider y un poco más al centro del espectro político en Viktor Orbán dentro de la Democracia Cristiana.
Algunos partidos han expresado que no lo necesitan para lograr una buena elección. De hecho, los más exitosos están en fracciones establecidas, como los Verdaderos Finlandeses agrupados junto a los Conservadores británicos y el PiS polaco. Nigel
Farage, la cara del euroescepticismo, lleva un largo tiempo con su propio bloque parlamentario en Bruselas y la extrema derecha incluyendo la Lega Nord de Matteo Salvini, el FPÖ de Heinz-Christian Strache, el Partido por la Libertad de Geert Wilders y el Rassemblement National (la nueva marca del Frente Nacional) bajo el mando de Marine Le Pen han logrado formar su propia fracción en el 2015 después de años como non-inscrits.
En su cruzada contra lo que denomina el marxismo cultural de la Unión Europea, Bannon aplica un lenguaje binario a la campaña: el enemigo a destruir, los “partidos de Davos apoyados por Soros” de un lado y los nacionalismos por el otro. Es un mensaje clásico en el marketing político populista, donde se identifica a la élite, en este caso a los partidos tradicionales pro UE, como los traidores y del otro lado a los patriotas salvadores. Nada nuevo bajo el sol.
Bannon ha sabido leer bien la resistencia a la migración en países del centro y este de Europa. Sin embargo, cuando analizamos los intereses económicos y nacionales nos encontramos con algunos obstáculos. En concreto, Hungría se encuentra en la hoja de ruta de inversión China para la Nueva Ruta de la Seda, de modo que allí no hay lugar para la retórica anti-China predicada por Bannon. Además, el 71% de los ciudadanos europeos cree que es mejor lidiar con China a nivel de la Unión. Cuando Trump identifica a la UE como un rival en temas de comercio y amenaza con aplicar tarifas a vehículos no hace más que atacar a la región donde su ex asesor busca aliados para la revuelta. En Eslovaquia, la industria automotriz representa un 60% de sus exportaciones a los Estados Unidos. Para los checos, el comercio internacional asciende casi al 80% de su PBI. Polonia cultiva lazos con China y tiene una relación compleja con Rusia, por lo que necesita un gobierno americano comprometido con la OTAN, todo lo opuesto a la actual posición de Trump.
Personajes del establishment comunitario han cruzado el potencial lanzamiento de The Movement, como Udo Bullmann, a cargo de los socialdemócratas europeos, quien denunció un “ataque a la libertad”. Bannon debería saber que un rival externo podría también ser útil a sus competidores y que Europa no necesita partidos nativistas para tener una relación madura con Rusia.
Uno de los políticos nacionalistas con más votos personales dijo hace unos días que los números cierran, Bannon no es necesario para formar un supergrupo de derecha. Ellos creen que harán una buena elección a pesar de los últimos datos del Eurobarómetro del 14 de junio que indican que el Brexit por ahora no ha impactado negativamente: la confianza en la UE se encuentra en su nivel más alto desde el otoño de 2010. El 58% de los europeos se muestra optimista sobre el futuro de la UE y el 74% apoya el EURO. Todavía es muy temprano para hacer un pronóstico sobre el resultado del 2019.