Por Graciela Russo*
Las imágenes aéreas que el director de cine Enrique Piñeyro pudo tomar del Mar Argentino, a la altura del Golfo San Jorge, vastamente iluminado por cientos de pesqueros que se están llevando nuestra riqueza, debieran llamarnos a la reflexión.
Si bien la pesca ilegal es un problema mundial y ambiental, no podemos permitir como país que nuestra producción ictícola siga siendo depredada, profundizando sobremanera nuestros problemas económicos y laborales.
Alguno se puso a pensar ¿cuántas divisas ingresarían a nuestro país si esa pesca se hiciera de manera legal, y al mismo tiempo cuánta mano de obra argentina podría ser contratada por esas mismas fábricas flotantes mientras estén en zona nacional?
Estamos hablando de alrededor de 400 buques extranjeros que cruzan el límite de las 200 millas e ingresan a la zona exclusiva de pesca de Argentina a los que se denomina poteros. Estas embarcaciones utilizan un sistema de luces para atraer principalmente al calamar argentino, una de las especies más codiciadas en otras latitudes, pero al mismo tiempo se llevan langostinos, merluza y la merluza negra. Los principales países sindicados de ser los protagonistas de este accionar son: China, Taiwán, Corea del Sur y España.
Ahora bien, esta depredación que quedó registrada en las imágenes, no es algo que pasa en el último tiempo, sino que por el contrario es una ilegalidad que vienen permitiendo nuestros gobiernos desde hace muchas décadas.
Según datos publicados en 2020 por la Organización para la Protección de los Recursos Pesqueros del Atlántico Sur (OPRAS) “más de 300 buques extranjeros han llegado a pescar entre 500.000 a 1.000.000 Toneladas/año de recursos pesqueros, obviamente libres de todo control, regulación ni ordenamiento, con ingreso libre de aranceles a sus mercados y con volúmenes de captura que les permiten volcar productos en el mercado internacional, a los principales destinos de nuestra propia industria, pero con precios fuertemente distorsionados por la incidencia de sus bajos costos operativos y comerciales”.
Como un elemento aislado, ya que faltan compromisos políticos para que sean acciones que se puedan mantener en el tiempo, en marzo de 2016, y después de advertencias, disparos intimidatorios y un intento de fuga, la nave Prefecto Derbes persiguió y hundió al buque chino Lu Yan Yuan Yu. Cuatro de sus tripulantes, incluido el capitán, fueron rescatados y puestos a disposición de la justicia; mientras que el resto abordó otro de los buques que lo escoltaban.
Volviendo al comienzo de la nota, la producción ictícola es el negocio más rentable de la actividad alimentaria actual, no malgastemos otra de las grandes cosas que nos regaló la Madre Naturaleza. Sin un marco legal que lo proteja, la pesca intensiva está devastando nuestro Mar Argentino.
*Graciela Russo es periodista y parte del equipo de comunicación del Movimiento Productivo Argentino.